A MIS HIJOS LOS EDUCÓ YO

A MIS HIJOS LOS EDUCÓ YO

Considero que el ámbito primordial para la educación es la familia, desde el mismo instante que el bebe toma su primera bocanada de aire, los padres comenzamos una tarea de acompañamiento, enseñanza y también, aprendizaje. Los pequeños deben aprender cientos de cosas, lo que nos da a los padres la oportunidad de redescubrir el mundo con ellos, a través de sus ojos y su risa. Nos da la oportunidad de ser mejores seres humanos y de intervenir en la formación de los lideres del mañana. Desde los hábitos, como cepillarse los dientes, las estrategias para atarse los zapatos, las rutinas que día a día fortalecen esos hábitos, la forma como se relaciona con el mundo, la manera de enfrentar los problemas, sus sueños, sus ideales…Es nuestra responsabilidad, es la educación de ese ser humano.

Cuando asumimos la obligación de desarrollar todo lo que deseamos para ese bebe, de ejercitar y fortalecer los aspectos físicos, intelectuales, éticos, espirituales, afectivos y sociales, también adquirimos un derecho que es inviolable, el derecho a educar y formar.

Es nuestra obligación convertir todas esas buenas intenciones en acciones, cosa que no es nada fácil y requiere de todo nuestro esfuerzo y dedicación, de esta manera cada familia se convierte en una escuela, cuyo principal objetivo debe ser formar buenos seres humanos. Es una escuela donde no hay vacaciones, el horario es 24/7, nuestra remuneración se da en unidades de satisfacción cuando somos testigos de cada logro de nuestros hijos. Me refiero a ese orgullo que sentimos cuando se ríen con nosotros conscientemente, o cuando dan sus primeros pasos y aprenden a hablar, como olvidar el primer día de clase o su ingreso a la U. Pero también cuando caen y logran levantarse o se equivocan y logran corregir, cuando piden perdón por cualquier equivocación…es un camino hermoso, pero a ratos espinoso. Es una obligación que asumimos con su nacimiento y que sólo entregamos con la muerte.

Los padres somos los principales educadores de nuestros hijos, la escuela, los maestros tienen una labor complementaria. El Estado no tiene la titularidad de educar, debe limitarse a subsidiar, y solo en el caso de que la familia no cumpla adecuadamente con las obligaciones con el niño, el Estado puede intervenir. Únicamente en los regímenes totalitarios y en el comunismo, es el Estado el padre, de hecho, desde que el niño nace los afilian a instituciones públicas donde los adoctrinan con ideologías partidistas y desvirtúan la familia. Entonces de cuando acá, ¿después de tanto amor, esfuerzo y sacrificio los padres de familia vamos a permitir que el Estado nos usurpe un derecho que adquirimos día a día?  ¿Porqué las familias que conforman una sociedad, de un Estado democrático permitimos que se metan a nuestras escuelas y nuestros hogares, a amaestrar a nuestros hijos? Bien lo dijo Martín Luther King “lo preocupante no es la perversidad de los malvados, si no la indiferencia de los buenos”.

No podemos ser indiferentes ante las instrucciones que promueven antivalores como el aborto, el consumo de drogas, el sexo sin responsabilidad, la ambición desmedida. Si el Estado promueve estas acciones, es porque tiene un interés distinto al crecimiento y fortalecimiento d la sociedad. Tengo claro que a mis hijos los educo yo y la buena educación de los niños es la inversión más rentable, tanto para la familia como para el Estado. Por: Margarita Restrepo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *